Relato de los "Advogados Ativistas" e de los Observadores Legales, el 23 de junio en São Paulo - “11ª protesta NAOVAITERCOPA, vai ter protesto”.
CONCENTRACIÓN
Antes del inicio de la
protesta, en la concentración, se notaba la presencia ostensiva de la Policía Militar
y de diversos policías paisanos con armas de fuego. Alrededor de las 15h15, la
"Praça do Ciclista" ya estaba completamente sitiada, el cerco realizado
de manera planeada por las fuerzas de seguridad configuraba un escenario
amenazador, con el claro objetivo de manipulación emocional - generar miedo e
intimidación.
El clima era de
completa tensión, pues después de las diversas promesas de represión del
Gobierno del Estado a las manifestaciones populares, el temor imperó y
dificultó el proceso de concentración de los manifestantes. En las inmediaciones
de la "Praça do Ciclista", en la Avenida Paulista, local apuntado
para el encuentro de los manifestantes, se presentaron más de 40 jinetes de la
caballería de la Policía Militar, centenares de policías de la tropa de choque
y de la "tropa del brazo" (luchadores de jiu-jitsu), así como
diversos equipos militares de soporte, visiblemente armadas para el combate.
Todo el aparato
militar para acompañar la manifestación evidenciaba lo cuan lejanos estamos del
concepto de "policía democrática". Presenciamos una policía inaccesible,
cerrada al diálogo y parcial, partiendo del supuesto de que todo y cualquier
manifestante es una amenaza potencial, y por tanto, merece el tratamiento de un
criminal.
Diferentemente de
todas las otras manifestaciones, se notó la presencia de diversos delegados e
investigadores del DEIC (Departamento Estadual de Investigaciones Criminales)
que es una unidad de la Policía Civil del Estado de São Paulo, especialista en
el combate a los grupos criminales que actúan de manera organizada y administra
una averiguación policial referente a las manifestaciones políticas.
EL CERCO
Alrededor de las 16h20
la concentración de la protesta fue completamente cercada. En la Avenida
Consolação, se formó un enorme cordón de aislamiento hecho por la "tropa
del brazo", cualquier ciudadano - manifestante o un mero transeúnte - que
desease adentrar a la Avenida Paulista, podría ser revisado aleatoriamente al
pasar por dos militares allí puestos.
Cuestionados por los
Observadores Legales, abogados y manifestantes acerca del criterio de la
revista, la respuesta fue clara "si lleva mochila puesta y tiene cara de
manifestante, será revisado". (Material registrado en vídeo).
Una vez más, vimos la
Policía Militar crear su propia legislación callejera, estableciendo lo que
consideran "fundada sospecha" (art. 244) de acuerdo a la necesidad
política del momento.
OBSERVADORES LEGALES
SON BLANCOS DE LA POLICÍA
Los 40 observadores
legales, fácilmente identificados por sus chaquetas verdes, buscaron
posicionarse estratégicamente, de manera a cubrir toda la inmediación de la
actuación ostensiva de la policía. En este perímetro de sitio, lejos de las
cámaras o de cualquier manifestante, algunos observadores fueron constreñidos y
revisados por la Policía Militar mientras registraban las ilegalidades. La
revista personal ocurrió aleatoriamente, sin que hubiese fundada sospecha,
requisito legal para su correcta realización. Por lo contrario, la revista
personal se dio de manera completamente arbitraria después de los Observadores
Legales verificaren algunos policías sin identificación personal.
Vea el vídeo del momento
en que la policía resolvió revistar los Observadores Legales:
Durante la revista, los policiales se preocuparon específicamente en retirar los teléfonos de los observadores legales, que ya contenían algunos registros materiales de la policía. En razón de esta rara e intimidatoria revista, un observador legal inmediatamente comunicó a los Abogados Activistas, que luego se presentaron en la escena para acompañar en la calidad de defensores. Luego que el primero abogado se presentó, fue inmediatamente puesto contra la pared, con la identificación funcional en la mano para ser revistado. Después, otro abogado se dispuso a actuar y fue impedido por la policía bajo confusión y agresiones verbales.
La escena rápidamente
llamó la atención de los medios, que luego también fue impedida de registrar
los abusos flagrantes contra observadores legales y abogados en el ejercicio de
su profesión. Después de cercados y lejos de la vista, un policía que ya había
iniciado búsqueda infundada en los observadores legales, lo acusó de estar
llevando droga, en el intento de criminalizar la actuación del grupo.
En los momentos que
sucedieron, se vio un deliberado intento de asesinar la reputación de los
observadores legales y de los abogados allá presentes, de manera ostensiva, intimidatoria
y constrictiva. El observador legal fue presentado para un delegado de la
Policía Civil y luego liberado sin mayores problemas.
La creación de este
tipo de hechos permeó toda la concentración de la protesta, con una actuación
completamente teatral de la policía vestida para la guerra, contra, hasta
entonces, 50 manifestantes.
LA MANIFESTACIÓN
El desplazamiento de
la protesta se dio de manera pacífica desde el principio hasta el final, sin
ningún tipo de incidente o confronto, hasta que, en la dispersión, en el acceso
al metro, policías civiles de manera cobarde, detuvieron dos personas sin el
cumplimiento de ninguna prerrogativa legal. Si no bastara la prisión infundada,
un policía disparó para el alto dos veces en la intención de intimidar los
manifestantes. Hecho éste que nos hace reflexionar sobre la diferencia entre un
ciudadano común y un policía disparar desnecesariamente para el alto. Es cierto
que, para el ciudadano esto sería una acción capitulada como crimen, ya en la
posición del policía, la sociedad viene aceptando cualquier arbitrariedad.
En el escenario de una
manifestación, un arma de fuego debe ser utilizado apenas en caso de extrema
necesidad y de acuerdo con normas internacionales de la conducta policial, el
policial debe identificarse como agente policial, advertir claramente su
intención de utilizar el arma de fuego y dar tiempo suficiente para que el
supuesto delincuente se conforme con tal advertencia. Nada de eso fue
respetado. Todas las medidas de restablecimiento del orden no respetaron
derechos humanos y constitucionales.
Todos los abusos
registrados a lo largo de la manifestación sólo evidencian los atentados contra
la dignidad humana y contra la propia ley. Los resultados son prácticos e
inmediatos, a saber: la disminución de la confianza del público cuando al
trabajo de la policía, el aislamiento de la policía en relación a la sociedad,
el agravamiento de la desobediencia civil y las críticas negativas por parte de
la comunidad internacional y de los medios de comunicación social.
De la policía se
espera un tratamiento ético. De la policía se espera el básico de la noción
milenario de reciprocidad, la idea de que un tratamiento respetuoso suscita una
respuesta de la misma naturaleza. Al recibir un buen ejemplo y una idea clara
de lo que se espera de un tratamiento digno, todos se comportan de manera
correcta.
Las manifestaciones
populares se basan en la ingeniosidad del pueblo y en la capacidad de los
propios activistas y su organización para expresión de sus pensamientos. Los
daños a los principios constitucionales más básicos ocurren cuando la policía interfiere
durante todo ese proceso, a través de intimidaciones, delimitación del espacio
de la manifestación, control de la duración de la manifestación, control de acceso
de manifestantes y sobretodo la represión violenta y desproporcional. Protestar
no es crimen, todavía.
La confianza en la
policía reside en su capacidad de regular los conflictos con neutralidad. Lo
que vimos fue la actuación de una policía política, al margen de la ley, que no
sirve a la sociedad, pero sí a los sesgos políticos/económicos de terceros
interesados. Un gobierno, que al utilizar de su policía, no defiende y mucho
menos protege los intereses de los ciudadanos, por lo contrario, limitar desnecesariamente
su libertad, no es un gobierno legítimo, pero un desgobierno.
Abordajes violentos,
policías no identificados, prisiones para averiguación y torturas en la
oscuridad de las comisarías es lo que se practica. Ningún respeto se tiene por
abogados que se levantan para combatir y cuestionar esa lógica. Si intentan
acompañar los detenidos, son revistados en el ejercicio de la profesión y no
son informados para dónde están siendo levados sus asistidos.
La población
autogestionada, cuando protesta, se protege como puede, encara papeles de
observadores legales y socorristas asumiendo papeles que en este momento son
abandonados por el Estado en la máxima medida de la represión.
Si, así que es, es así
que va a ser. Jodido de verdad.